domingo, 12 de abril de 2020

Enfados pandémicos


Estaba yo aquí haciendo un pinta y colorea (porque pintar me encanta, pero dibujar se me da fatal) de La noche estrellada. Cuando miro por la ventana y veo a un hombre en el parque de bajo, tomándose un café y fumando un cigarro, con su mascarilla en la barbilla, por supuesto, y sus guantes tocando el muro en el que tiene apoyado el café. Y ya no he podido pensar en otra cosa mientras pinto. En cómo se está llevando esto del confinamiento, en cómo mucha gente se está tomando a la ligera unas medidas que yo, y muchas más personas, estamos cumpliendo de forma bastante estricta, pero otras tantas se las toman por el pito del sereno.

Mientras, pienso en esos sanitarios, a los que están llamando héroes, cuando quizás sean más bien víctimas. En cómo se está “romantizando” una situación tan horrible. Y salen a aplaudir a las 19:58h como si con eso bastara, como si les diéramos una palmadita en la espalda para decirles “Eh chaval, esta situación es una mierda, pero lo estás haciendo muy bien, sigue así”. Mientras ellos siguen con su música en los balcones y su bajada diaria a por pan ¿a quién narices estáis aplaudiendo?

Todos esos trabajadores que son hoy esenciales (no sólo sanitarios), están dando todo lo que pueden, están agotados, y al resto, les cuesta tanto quedarse en su casa... 
Cuando llegue la segunda oleada (esa de la que poco se quiere hablar, normal) y todos esos sanitarios a los que se les aplaude desde los balcones no puedan más, cuando las mascarillas que ahora llevas, mientras sacas tu nariz por ella, o te tocas la cara para bajártela porque necesitas fumar ese cigarro, cuando vuelvan a agotarse, lo pagaremos todos. Porque lo que estamos intentando ralentizar, tiene que llegar igualmente. Pero necesitamos todo este tiempo para estar preparados.

Que ahora, cuando todo esto pase, valoraremos más esas pequeñas cosas que nos hacían felices sin saberlo, dicen. Y leo lo de Eso es la nostalgia, descubrir que las cosas del pasado que entonces ni siquiera sospechabas que eran la felicidad, sí lo eran”. Y los que ya lo sabíamos qué, qué podemos sacar de todo esto. Los que ya sabíamos valorar a nuestra gente, hacer cosas en casa, tener hobbies. Los que valorábamos la naturaleza o simplemente dar un paseo, las cervezas entre amigos. Los que ya pintábamos, hacíamos ejercicio en casa, mirábamos antiguas fotos, leíamos, jugábamos… los que hacíamos todo eso aunque sin subirlo a las redes constantemente. Los que nos morimos por ese rayo de sol en la cara en una terraza, que ahora lo consigues tumbándote en el escritorio a las 7 de la tarde, o ni eso. 
Yo, que no tengo ni perro ni balcón, tampoco puedo quejarme de las condiciones en las que estoy viviendo esto. Y para mucha gente estará siendo algo durísimo, por supuesto. Pero miedo me da lo que está por venir.

Y ojo, me alegro de que se intente mantener ese pensamiento positivo de las cosas. Pero hay una fina línea que muchos no distinguen. Esto es como lo de decir te quiero, y los actos que lo demuestran ¿por qué la gente valora tanto las palabras y hace tan poco en concordancia?

A veces, sólo queremos mirar por la ventana. Pero cada vez que me asomo, veo algo así y me enfado a unos niveles que no quiero. Y por supuesto, estoy totalmente en contra de la policía balconera. No confundamos. Pero hay situaciones, como la del señor del muro, que me sobrepasan en estas condiciones.


PD: racionemos las videollamadas por favor.

miércoles, 16 de octubre de 2019

4 bodas y 1 funeral (y una comunión)

Empieza esa etapa en la que todos tus amigos comienzan a casarse, y como lo de repartir bien las cosas en esta vida no se lleva, pues este año he sido invitada a 5 bodas -y a 2 más el año que viene- ole ole. Este año pude asistir a 4, que ya me parece una pasada.

El caso es que ya de por sí yo soy poco de bodas, hace 6 años lo explicaba en esta entrada, y aún sigo pensando exactamente lo mismo. Y no digo que no me lo pase bien, está guay cuando son gente cercana a la que quieres y te reúnes con más amigos etc. Pero al final con tanta boda seguida llega un momento en el que si ya de por si te parece algo poco especial y repetitivo, pues con la saturación (que igual yo también soy de saturación rápida) aún lo ves más poco especial y repetitivo. Todas a las que he ido han seguido el mismo patrón, independientemente de que fueran por lo civil o por la iglesia. Me cuesta mucho ver lo personal en estas cosas, y por eso no es un momento que me parezca especialmente bonito, no sé.

Y ya ha llegado un punto, en el que cada vez que un amigo nos decía que tenía que darnos una noticia, sólo pensaba: por favor, que vayan a tener un hijo y no se casen ahora xD

Y sigo escuchando que fue el día más especial de su vida, y sigo sin entenderlo. Pero bueno, mejor bodas que funerales, el de este año ya me destrozó bastante...

Y para el pack (casi) completo (me falta el bautizo), también tuve una comunión este año, o como leí una vez y ya me he agenciado el término "una boda hobbit". Porque ahora las comuniones son como minibodas, yo no entiendo nada de verdad. Dejad a los niños ser niños, y si el día es para ellos, que así sea. Ese es el recuerdo, no las fotos que obligas a que se haga y todo el paripé.

En fin, simplemente a cada uno le hace feliz lo que le hace feliz, supongo.




miércoles, 2 de octubre de 2019

Escribir (y no un libro)

Ya no recordaba ni cuándo había escrito la última entrada de este blog, ni qué puse en ella. Después de leerla he premiado el buen trabajo de mi memoria para dejar de lado información innecesaria, pero de eso va este blog.

Hace dos días encontré dos libretas de esas que escribía cuando era adolescente, me pasé una tarde leyéndolas y las páginas se resumen en dos frases: not bad (lo que pensaba para la edad que tenía) y Dios, qué cortavenas estabas a veces. Pero bueno, qué adolescente no se ha sentido incomprendido, eso está marcado ya en el desarrollo biológico. De repente aparece el gen de #dramaqueen y ahí se queda unos añitos, en algunos para toda la vida.

El caso es que ya no escribo mis pensamientos ni lo que me pasa. No sé si es por falta de tiempo, desgana, la vida adultjajajaja... pero ya no escribo. Y la verdad es que lo pensé, y me dio pena. Con lo que a mí me gustaba escribirlo todo y releerlo posteriormente.

Ahora mismo podría dividir mi vida en secciones: lo divertido (guiño guiño) de trabajar cara al público, la vida siendo torpe, vivir con un gato y otras criaturas, crisis existenciales, miscelánea.

Que por cierto, yo no sé ya si es normal pasar por tantas crisis existenciales a partir de cierta edad, o es que no salgo de la misma y pienso que son varias (muy probable). Pero ahí seguimos.

En otro orden de cosas, yo, la obsesa de tener todo bien organizado en cuanto a horarios se refiere, no me ha quedado otra que aprender a vivir en un mundo de caos e incertidumbre semanal. Horarios que a veces no hay por donde coger, pero que ya he normalizado. No sé si esto es algo bueno o malo, pero me sorprende lo bien que me adapto. Que digo yo que será por simple supervivencia, porque tampoco me queda otra...

Y nada, que de eso se trata lo de escribir tus historias, no? ya sea aquí o en libretas. Volcar las cosas sin mucho sentido, hasta que haya algo que realmente quiera contar, entonces ya me explayo.



PD: Hola Otoño (si aún existes) ¿puede llegar ya el frío para quedarse?
Saqué las mantas y las sudaderas un día, pero fue sólo una ilusión.
Te echo de menos Otoño,
con todo mi cariño,
Pecas.


miércoles, 27 de diciembre de 2017

Vuelve por Navidad

Me resulta difícil no pasarme por aquí por estas fechas, aunque esto ya sea un desierto, da igual, más cielo estrellado para mí.

Hace 8 meses que dejé de entrar, y mi vida ha cambiado y a la vez sigue igual. Sigo perdiendo autobuses, sigo equivocándome de metros justo antes del examen, siguen pasándome cosas que sólo puedo catalogar cuando las cuento como "mi vida", y sólo con eso ya parece que para el resto todo cobra sentido. Me hace gracia esto, es como que ya han aceptado que soy un desastre y, a la vez, dentro de mi mala suerte, tengo la mejor suerte del mundo.

La verdad es que he pasado de tener demasiado tiempo para pensar en todo, a no tener tiempo de pensar en nada. Tengo tantos campos abiertos, tantas cosas que decidir en este 2018, que en cuanto tengo un hueco libre, y me pongo a pensar, sólo pienso Carpe Diem, porque si no el estrés y la ansiedad se apoderan de esos pocos ratitos que tengo para mí, y es algo que este año no permito, aunque a veces se me escape.

Y es verdad que necesito unas vacaciones, y que aunque me guste quejarme no me quejo (siempre) por vicio. Pero hace ya más de un año que no tengo unas vacaciones de verdad, de esas de tener dos semanas de no hacer nada. Mis vacaciones fueron cuatro días libres que conseguí empalmar para irme a Gerona, y desde entonces ni siquiera tengo dos días libres seguidos, por no tener, hay semanas que no tengo ni siquiera uno... Pero sé que esto es sembrar los frutos, aunque no me garantice recogerlos, hace un año que aprendí la lección (nadie sabe de dónde he sacado esta calma que no me representa).

Y nadie sabe cómo, ya estamos en Navidad. Unas navidades distintas, pero Navidad al fin y al cabo. Y Navidad es de mis épocas favoritas, así que por muchos días de 48 horas que necesite, es Navidad, y he aprendido a sacar mis huecos libres de debajo de las piedras.


jueves, 20 de abril de 2017

Via ferrata

Llega el buen tiempo, las horas de luz son más largas y empieza a hacer días de rutas, antes de que llegue el calor abrasador.

El otro día me propusieron apuntarme a una via ferrata. Si no sabéis lo que es (como era mi caso) podéis buscarlo en el Dios Google. Yo puse en el buscador la que me habían propuesto, y la primera noticia que me salió fue la de un hombre que se había matado ahí. Pues todo bien, no?
Encima yo que soy una cagada de la vida, vi las fotos y dije hasta luego. Pero luego, yo que soy un culo inquieto, empecé a pensarlo más y dije, bueno venga ¿por qué no? que eres la persona más torpe que conoces y a lo mejor te haces un lío de cuerdas y te matas también... minucias.

Total, que después de mucha gente echándose atrás, quedamos 7 inconscientes valientes, y allá que fuimos. Primero acudimos a un sitio donde nos alquilaban el equipo (arneses, casco y guantes) y nos explicaban un poco en qué consistía la ruta. El tío nos puso un mapa delante y empezó a contarnos lo que nos íbamos a encontrar, que eran tres estrechos de via ferrata y el resto de tramos andando, y que para volver podías darte un pateo por el cortafuegos, o volvías a deshacer el recorrido, evitando algunos tramos de via ferrata que tenían un camino alternativo. Después de no sé cuánto tiempo de explicación le decimos que ya no nos acordamos de la mitad, y el tío se ríe y dice que lo teníamos que haber grabado. ¡Eso se dice antes buen hombre! que tengo antecedentes de pérdida en el monte y rescatada por la Guardia Civil. Pero bueno, yo me quedé con algo de señales verdes para ir y señales rojas para volver, y que si me acojonaba mucho con algún tramo, no hiciera el último que era el peor (eso lo tenía grabado a fuego).

Empezamos la ruta a las 10:30, y nos encontramos a un grupito más amplio que el nuestro que también iban a hacerla. En poco rato les sacamos ventaja, y yo ya me calmé un poco al pasar el primer tramo que era bastante fácil. El paisaje era muy bonito, e ibas todo el rato pegado al río, por arriba, cruzándolo por puentes tibetanos y otros tramos simplemente saltando por las rocas... eso a mí me encantó, pero una amiga lo pasó realmente mal.

Bueno, después del primer tramo superado yo ya estaba con mucha más confianza, y disfrutando del paisaje. Tras un rato andando encontramos un buen sitio para sentarnos y parar a almorzar, así que repusimos fuerzas, nos hicimos algunas fotillos y retomamos la ruta, sin encontrarnos aún con el otro grupo del principio. Cosa que nos extrañaba, ya que nuestro ritmo era muuuy relajado.

Supuestamente ahora nos dirijíamos hacia el segundo trecho de via ferrata, pero no lo teníamos muy claro, porque aunque le habíamos hecho una foto al mapa, no ayudaba mucho, y cada uno había entendido una cosa distinta de lo que el hombre nos había explicado, así que todo era un lío. Yo lo único que tenía claro es que el tercer tramo no me veía muy segura de hacerlo, y no quería arriesgarme a lo tonto, así que necesitaba saber dónde empezaba, para cogerme el camino alternativo antes de que fuera demasiado tarde.

Seguimos andando y nos encontramos con la Sabina Pinera. Muy curioso esto, en principio era una sabina, a la que con el tiempo le había empezado a crecer un pino por dentro, que había seguido creciendo y creciendo mientras la sabina seguía creciendo también, y no sabía quién de los dos acabaría matando al otro, pero por ahora, seguían los dos vivos. Así que después de este dato suponíamos que estábamos en el principio del segundo trecho. Después de ver lo que se nos presentaba delante, estuve apunto de cogerme el camino alternativo ahí, pero tras mucho razonar, seguí hacia delante. En medio de este trozo hubo un tramo en el que pensé ¿pero dónde coño te has metido? pero nada, respiré y pensé no mires abajo, pasito a pasito (maldita canción del demonio). Y poco a poco la cosa fue mejorando, y ya hasta fui capaz de parar y sonreír para una foto.

Por cierto, al principio de este trecho, mientras debatíamos si era el segundo o el tercero, nos cogió el otro grupo del principio, que creemos que se ahorraron seguir la ruta, porque nunca más los volvimos a ver.

Una vez en tierra firme de nuevo, tenía más claro que al principio que el tercer tramo no iba a estar hecho para mí, y menos sin saber con qué me iba a encontrar. Así que yo y otra amiga (que iba peor que yo la pobre) dijimos que el tercer trecho lo íbamos a hacer por el camino alternativo, que consistía en subir y bajar la montaña para encontrarnos al final con los que decidían seguir por encima del río "colgados" de las rocas.
Y allá que nos fuimos ella y yo, mano a mano y sin agua... Al final llegamos antes que ellos (como es lógico) aunque algunas señales del camino nos costó un buen rato encontrarlas -yo ya me veía perdida otra vez en el monte-. Pero encontrado el último puente tibetano, sólo nos quedó esperar a que llegara el agua, digo nuestros amigos. Y tras un buen rato, allá que aparecieron, con alguna que otra anécdota, como uno que se había liado con la línea de vida y se había quedado ahí colgando con una pierna atrapada y que no podía sacar. Pero todos llegaron.

Después de un rato descansando ellos también, decidimos que en lugar de volver por el cortafuegos (que se suponía que era un camino más largo, aunque liso), volveríamos deshaciendo la ruta, pero por los tramos "fáciles". Y tan "fáciles", en uno de ellos casi tenías que escalar por una cuerda, mientras el que iba delante te iba tirando todas las piedras que se encontraba, una de ellas casi me cae en la cara, ni el casco me hubiese salvado, sólo mi asombrosa suerte en algunas ocasiones dentro de todo lo que me pasa...

Bueno, os resumo el tramo final con que hubieron algunas caídas, algunos sustos pensando que alguno se había caído al río (habían tramos en los que no nos veíamos ya que ibas pegado a la pared mientras se curvaba), pero al final eran sólo piedras que iban resbalando.

Y después de 5 horas, llegamos al punto de partida. A una amiga le salió una reacción alérgica bastante fuerte, otros tenían raspones como heridas de guerra, yo, nadie sabe cómo, resulté ilesa. No me salió ni moradura en los golpes que me dí con algunas rocas en la rodilla... La conclusión a la que llego con todo esto es que el yoga me está haciendo una chica de hierro.

Si algún día tenéis la oportunidad de hacer una, yo lo recomiendo, siempre son experiencias que sumar. La mía era facililla y aún así tenía tramos duros, incluyendo el que evité, que aunque P me dijo que lo podría haber hecho, después de lo que me contaron estuve muy contenta con mi decisión de subirme por la montaña. Pero la verdad es que me gustó mucho hacerla.

Y si alguien ha llegado hasta aquí... ¿a que no te esperabas que hubiese acabado la ruta sin ser rescatada por los servicios de emergencia? Yo tampoco.



sábado, 1 de abril de 2017

Autoescuela (III)

Después de Autoescuela I y Autoescuela II, llega a sus pantallas Autoescuela III.

El otro día fui a examinarme del práctico de conducir.
Allá a finales de febrero me apunté para el examen, y no me dieron fecha hasta el otro día (finales de marzo). Ole Tráfico.

En principio me dieron fecha para el jueves 23, cuatro días antes me lo cambiaron al viernes 24, y dos días antes del viernes me lo cambiaron al martes 28. Por supuesto, pregunté a mis compis de examen si les había pasado lo mismo, y me dijeron que no.
De verdad que no entiendo cómo me ha resultado burocráticamente tan complicado sacarme el carnet de conducir ¿sabéis eso de "siempre puede ser peor"? pues en bucle.

Total, que yo cuando me apunté al examen ya llevaba 18 prácticas o así, y no quería pagar más prácticas, pero me daba miedo que al final se me olvidara conducir o algo (teniendo la fecha del examen un mes después), no sé si esto de conducir es como montar en bici, que no se olvida. Así que hice alguna práctica más. Luego me pasé casi tres semanas sin tocar un coche, y luego hice dos prácticas más por la zona del examen. Que por supuesto es la más chunga de mi ciudad. Porque lo fácil aquí no existe, yo me he sacado el carnet de conducir en nivel Iron Man.

Por fin llega el día del examen, yo soy la tercera en hacerlo de los que íbamos, que éramos cuatro. El 3 es un número que me da buen rollo.
Ya después de todas las veces que pensaba que iba a ir a examen y que al final no iba pues había nervios, pero muchos menos de lo esperado, así que esa parte bien. Lo único que me preocupaba realmente era pensar en qué me estaba tratando de decir el destino: no te saques el carnet, vas a matar a alguien, te vas a matar tú...
Pues contra todo pronóstico, me saqué el carnet sin muchas complicaciones en el examen. Pecas 1 - Destino 0.
El chico que iba conmigo se saltó un semáforo en rojo en una rotonda bastante grande y concurrida, y el profesor le tuvo hasta que girar el volante para que no nos matáramos. Pero eh, si moríamos ahí yo no tenía la culpa, es que ni el mundo me entiende. El peligro no era yo ¿¿por qué tantas complicaciones??


miércoles, 29 de marzo de 2017

Click

Por norma general la gente me cae bien, bien sin más (que no es algo malo). Pero es difícil pasar de ahí, conocerme más en profundidad. Puede que sea difícil congeniar conmigo, congeniar de verdad quiero decir. No sé si es que soy muy selectiva, o que ya hace años que me cansé de eso de abrirme para nada. Pero las barreras las pongo de forma inconsciente.

Pero ahí no acaba todo, si por una de aquellas llegas a saltar todos los obstáculos y acercarte un poco más, puede que un día pase algo, o vea algo en ti que no sabía, y de repente mi mente haga 'click' y ya no te pueda volver a ver igual. No digo que sea un click irreversible, aunque es bastante complicado. No sé, es como ver algo que sabes que siempre ha estado ahí pero que tú no veías, o incluso algo que ha cambiado y ha aparecido ahí de repente, donde todo estaba bien. Algo que no te gusta nada y que te crea un sentimiento hacia esa persona que no quieres tener, pero que es inevitable.

Normalmente mi mente hace click pronto, antes de cruzar todas las barreras, pero otras veces, alguien importante de verdad hace click, y estás jodido. Y la verdad es que me da un poco de rabia, es difícil de explicar y que se entienda, pero es algo automático. No es que se pierda todo, claro, pero ya nada es lo mismo.

Y luego hay veces (excepcionales) en las que el click acaba salvándose. Creo que esos clicks merecen la pena, que demuestran lo que vale la persona de verdad. Es como cuando la cagas hasta el fondo, y luego de algún modo haces lo posible por salvar la situación, y la salvas. Es como que después de eso, crees que podrás con todo. Esas son las buenas.

Lo cierto es que la palabra click representa a la perfección lo que me pasa. Ponerle todas estas palabras de más sólo lo complica. Click como cuando le dabas al Stop en el radiocasete y se paraba la música, o click como cuando le dabas al Play y sonaba de nuevo. Todo cambia con un simple click.