martes, 26 de noviembre de 2013

Mi momento

Puede sonar raro, pero ir en autobús me relaja. Es mi momento de desconexión, de ponerme los cascos y mirar por la ventana o leer un libro. Y si me fallan las dos cosas o alguien intenta darme conversación pues… me jode bastante.
Por eso prefiero ir sola en el autobús, que sí, sé que suena muy antisocial, pero cada uno tiene sus momentos... y a mí, mi momento bus que no me lo toquen.

Realmente es algo que me pasa con casi todos (por no decir todos) los medios de transporte. Puede que antes de subir al coche esté manteniendo una conversación súper animada con alguien, pero es subir al vehículo y entro en estado de empanación inmediata, de verdad. Y yo no era consciente de ello hasta que un día P me lo dijo. 
Por el contrario a P le encanta hablar, y yo intento seguirle la conversación aunque sabe como soy y me perdona esos momentos en los que me sumerjo en mis pensamientos y simplemente disfruto de la música y el paisaje.

Pero siempre he sido así. De pequeña viajaba mucho en coche con mis padres, y siempre llevaba la maleta y una mochila a parte llena de libros y cintas de cassette (como lo leéis, que yo soy de los 80, por los pelos pero lo soy) y mi Walkman (que luego evolucionó al Discman y así conseguí llevar más música aún). Mis padres me obligaban a hacer una selección, pero yo era incapaz ¿Y si en algún momento del viaje necesitaba escuchar una canción en concreto? Ellos qué iban a entender, si llevaban únicamente dos cintas que iban intercambiando en el coche... 
Y así me pasa, que tengo más canciones vinculadas a lugares y personas que otra cosa.


Pero volviendo al tema, y vosotros ¿cuál diríais que es “vuestro momento”?

domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Esto cómo se hacía?

Estaba yo aburrida, sin saber ya qué más mirar por internet, cuando decido ponerme una película, no sin antes comprobar mi correo tan solicitado últimamente por mis compañeros de trabajo del Máster y tan falto de amor por otra parte… Cuando de repente he visto un correo de [Slide Away] que me informa de que me han dejado un comentario.

Y entonces una luz se enciende en mi agotado cerebro: Inma ¡si tú tenías un blog!

Y aquí estoy, dejando de lado una película para volver a este pequeño rincón a desahogarme un rato y para pasarme por vuestros rincones a ver cómo os va la vida. A mí me va cansada, pero no os preocupéis que ya me busco yo más cosas en las que ocupar mi tiempo, que lo que me sobra ahora lo voy a invertir en unas prácticas voluntarias, así, por amor al arte, o masoquismo, vete tú a saber qué.


Y la verdad es que si no actualizo es por una razón, y es que no hay mucho que contar, mi semana va a transcurrir entre una montaña de apuntes y trabajos y cafés (espero que compartidos, porque poca vida social más voy a tener). 

Y ahora que ya me he victimizado lo suficiente paso a hacer una pequeña reflexión, porque esta semana me leí un libro "Martes con mi viejo profesor" que si no lo habéis leído es cortito e interesante, y hay fragmentos que te hacen reflexionar sobre aspectos de la vida, porque el libro va de eso.
Y había un diálogo en el que en un momento decía: "En este país hay una gran confusión, entre lo que queremos y lo que necesitamos".
Y joder, qué gran verdad... Parece una tontería, pero hay mucha gente que de verdad no lo ve, y yo me incluyo en algunas ocasiones, a veces nos encabezonamos con algo confundiendo querer con necesidad, y no.

Gracias por perder vuestro preciado tiempo leyendo esta tontería, esta vez os recompenso con un temazo que carga las pilas a cualquiera. Disfrutad de la semana.