Cuando
tenía unos 15 años, prácticamente todas las semanas iba al videoclub (sí, los
videoclubs, esa especie en extinción…). Pues bien, una tarde a mi madre le
apetecía ver no se qué película, así que le dije que iba yo a por ella, porque
soy buena hi..y ya de paso sacaba luego la que a mí me diera la gana con la
oferta 2x1 (¿interesada yo? Por favor…).
El caso
es que iba yo por el camino pensando en esa lista de películas que tenía, y cuál
de todas me apetecía ver aquél día, pero lo que no pensaba era en lo que me iba
a encontrar aquella tarde en el videoclub.
Llegué
al santo lugar y había una pareja con un niño pequeño en el carro, la
dependienta y yo. Saludé y me metí entre los pasillos de películas para ver si
había alguna novedad que se había escapado de mi lista.
De repente
noto como la mujer del carro empieza a darme golpes en la pierna con el
cochecito como para pasar, o empujarme y que cayera al suelo, en ese momento no
entendía que pretendía (luego lo comprendí todo), la dejo pasar y pienso por
dentro que es idiota, hasta que le miro a la cara y veo que intenta decirme
algo asustada (mi nivel de empanamiento se aprecia claramente en esta historia).
En
seguida oigo gritos en la zona de la caja, me giro para ver que está pasando y
veo a un hombre con un casco de moto y una pistola amenazando a la cajera a la
que está a punto de darle un ataque de ansiedad (y ya de paso a mí otro), justo
en el momento en el que miro hacía allí el tío empieza a gritar “¡¿Qué coño estás
mirando?!” y yo giro de nuevo la cabeza hacia las películas sin saber si me
dice a mí o no.
Miro a la pareja con el carro que se han puesto en una esquina
donde el tío no les ve y me dicen que haga lo mismo, así que yo temblando,
pasando por mi cabeza imágenes patrocinadas por las escenas más peliculeras de
Hollywood, voy hacia ellos haciendo como que no me entero del percal y que sigo
buscando la maldita película que quería ver mi madre, porque en mi cabeza eso
era lo que me iba a salvar de que el tío loco de la pistola me cogiera como
rehén.
Bueno
la cosa por suerte acabó sin ningún herido, pero con la caja vacía, y yo me fui
de allí sin ninguna película en las manos, pero con una buena montada en mi
cabeza.
Al día siguiente, fui a clase y en cuanto vi a mi mejor amiga le dije: no te vas a creer lo que me pasó ayer en el videoclub, ella me
contestó: lo atracaron mientras tú estabas dentro. WTF??? Hasta las historias
más impactantes para mí eran predecibles a mis 15 años, qué triste adolescencia...
El caso es que estuve una temporada un poco acojonada cada vez que veía a un tío con un casco de moto, sobre todo si lo llevaba puesto, pero al final se me pasó la tontería...
Y supongo que es lo que acaba pasando con todo, no? Al principio si una cosa te deja secuela (no me traumatizó esta experiencia ni mucho menos, pero la he recordado y me ha hecho pensar) el tiempo lo va atenuando, hasta que un día te levantas con otra mentalidad, y todo vuelve a ser como antes de ese momento, sólo que con más experiencias a cuestas.
El problema no es lo que ha sucedido y que tú no podías controlar, el problema es no saber dejarlo atrás para seguir avanzando.
[Esta reflexión es para cerrarlo así bonito, en realidad lo bueno de una historia así es contarla a modo peliculero y quedar de guay, eso que mi mejor amiga no me dejó hacer, y ya para qué intentarlo, no?]
[Esta reflexión es para cerrarlo así bonito, en realidad lo bueno de una historia así es contarla a modo peliculero y quedar de guay, eso que mi mejor amiga no me dejó hacer, y ya para qué intentarlo, no?]