El otro día me propusieron apuntarme a una via ferrata. Si no sabéis lo que es (como era mi caso) podéis buscarlo en el Dios Google. Yo puse en el buscador la que me habían propuesto, y la primera noticia que me salió fue la de un hombre que se había matado ahí. Pues todo bien, no?
Encima yo que soy una cagada de la vida, vi las fotos y dije hasta luego. Pero luego, yo que soy un culo inquieto, empecé a pensarlo más y dije, bueno venga ¿por qué no? que eres la persona más torpe que conoces y a lo mejor te haces un lío de cuerdas y te matas también... minucias.
Total, que después de mucha gente echándose atrás, quedamos 7
Empezamos la ruta a las 10:30, y nos encontramos a un grupito más amplio que el nuestro que también iban a hacerla. En poco rato les sacamos ventaja, y yo ya me calmé un poco al pasar el primer tramo que era bastante fácil. El paisaje era muy bonito, e ibas todo el rato pegado al río, por arriba, cruzándolo por puentes tibetanos y otros tramos simplemente saltando por las rocas... eso a mí me encantó, pero una amiga lo pasó realmente mal.
Bueno, después del primer tramo superado yo ya estaba con mucha más confianza, y disfrutando del paisaje. Tras un rato andando encontramos un buen sitio para sentarnos y parar a almorzar, así que repusimos fuerzas, nos hicimos algunas fotillos y retomamos la ruta, sin encontrarnos aún con el otro grupo del principio. Cosa que nos extrañaba, ya que nuestro ritmo era muuuy relajado.
Supuestamente ahora nos dirijíamos hacia el segundo trecho de via ferrata, pero no lo teníamos muy claro, porque aunque le habíamos hecho una foto al mapa, no ayudaba mucho, y cada uno había entendido una cosa distinta de lo que el hombre nos había explicado, así que todo era un lío. Yo lo único que tenía claro es que el tercer tramo no me veía muy segura de hacerlo, y no quería arriesgarme a lo tonto, así que necesitaba saber dónde empezaba, para cogerme el camino alternativo antes de que fuera demasiado tarde.
Seguimos andando y nos encontramos con la Sabina Pinera. Muy curioso esto, en principio era una sabina, a la que con el tiempo le había empezado a crecer un pino por dentro, que había seguido creciendo y creciendo mientras la sabina seguía creciendo también, y no sabía quién de los dos acabaría matando al otro, pero por ahora, seguían los dos vivos. Así que después de este dato suponíamos que estábamos en el principio del segundo trecho. Después de ver lo que se nos presentaba delante, estuve apunto de cogerme el camino alternativo ahí, pero tras mucho razonar, seguí hacia delante. En medio de este trozo hubo un tramo en el que pensé ¿pero dónde coño te has metido? pero nada, respiré y pensé no mires abajo, pasito a pasito (maldita canción del demonio). Y poco a poco la cosa fue mejorando, y ya hasta fui capaz de parar y sonreír para una foto.
Por cierto, al principio de este trecho, mientras debatíamos si era el segundo o el tercero, nos cogió el otro grupo del principio, que creemos que se ahorraron seguir la ruta, porque nunca más los volvimos a ver.
Una vez en tierra firme de nuevo, tenía más claro que al principio que el tercer tramo no iba a estar hecho para mí, y menos sin saber con qué me iba a encontrar. Así que yo y otra amiga (que iba peor que yo la pobre) dijimos que el tercer trecho lo íbamos a hacer por el camino alternativo, que consistía en subir y bajar la montaña para encontrarnos al final con los que decidían seguir por encima del río "colgados" de las rocas.
Y allá que nos fuimos ella y yo, mano a mano y sin agua... Al final llegamos antes que ellos (como es lógico) aunque algunas señales del camino nos costó un buen rato encontrarlas -yo ya me veía perdida otra vez en el monte-. Pero encontrado el último puente tibetano, sólo nos quedó esperar a que llegara el agua, digo nuestros amigos. Y tras un buen rato, allá que aparecieron, con alguna que otra anécdota, como uno que se había liado con la línea de vida y se había quedado ahí colgando con una pierna atrapada y que no podía sacar. Pero todos llegaron.
Después de un rato descansando ellos también, decidimos que en lugar de volver por el cortafuegos (que se suponía que era un camino más largo, aunque liso), volveríamos deshaciendo la ruta, pero por los tramos "fáciles". Y tan "fáciles", en uno de ellos casi tenías que escalar por una cuerda, mientras el que iba delante te iba tirando todas las piedras que se encontraba, una de ellas casi me cae en la cara, ni el casco me hubiese salvado, sólo mi asombrosa suerte en algunas ocasiones dentro de todo lo que me pasa...
Bueno, os resumo el tramo final con que hubieron algunas caídas, algunos sustos pensando que alguno se había caído al río (habían tramos en los que no nos veíamos ya que ibas pegado a la pared mientras se curvaba), pero al final eran sólo piedras que iban resbalando.
Y después de 5 horas, llegamos al punto de partida. A una amiga le salió una reacción alérgica bastante fuerte, otros tenían raspones como heridas de guerra, yo, nadie sabe cómo, resulté ilesa. No me salió ni moradura en los golpes que me dí con algunas rocas en la rodilla... La conclusión a la que llego con todo esto es que el yoga me está haciendo una chica de hierro.
Si algún día tenéis la oportunidad de hacer una, yo lo recomiendo, siempre son experiencias que sumar. La mía era facililla y aún así tenía tramos duros, incluyendo el que evité, que aunque P me dijo que lo podría haber hecho, después de lo que me contaron estuve muy contenta con mi decisión de subirme por la montaña. Pero la verdad es que me gustó mucho hacerla.
Y si alguien ha llegado hasta aquí... ¿a que no te esperabas que hubiese acabado la ruta sin ser rescatada por los servicios de emergencia? Yo tampoco.