Cuando voy al trabajo por las mañanas, hay un tramo de bus desde donde se ve al fondo la ciudad mientras entra el sol de invierno por la ventana. Siempre cierro los ojos unos segundos al primer contacto. Como para prepararme para lo que está por venir. Y aunque sé que voy a trabajar, y que estoy en un autobús, en esos segundos pienso: esto es vida.
Eso es lo que le pido al 2017, seguir disfrutando de las pequeñas cosas. Que cada día, sea rutinario o no, tenga al menos un momento por el que poder decir "esto es vida".
2016 ha sido un año de transición. No ha sido un gran año en general, pero tampoco puedo decir que todo haya sido malo. Supongo que puedo decir que fue el año de querer volar y darme el batacazo. 2017 será el año de aprender a volar.
PD: ¡Feliz año! y esas cosas.