Como
muchos otros niños, cuando era pequeña, tenía miedo a la oscuridad. Y llegó un
punto en el que mis padres me decían que ya era mayor como para tener miedo, y
que no podía dormir con la luz del pasillo encendida. Así que la apagaban, y yo
sólo pensaba en dormirme lo antes posible para que no me comieran los
monstruos.
A lo
mejor por eso pensaba que hacerse mayor era perder los miedos, que la gente
adulta no temía a nada. Recuerdo que sólo la presencia de los adultos ya hacía
que me sintiera segura, porque pensaba que si yo no podía con algo, al menos ellos
podían enfrentarse a todo.
Y ahora
que ya no soy una niña, creo que cada vez tengo más miedos. Ser consciente del riesgo que
conllevan algunas situaciones es necesario, pero no bueno en exceso. Y yo soy
una persona que le da muchas vueltas a las cosas, y pienso en todas las
posibles consecuencias que puede tener esa acción que me resulta desconocida en
principio -aunque luego la haga- pero muchas veces la hago con miedo, y eso ya
quita un poco la gracia a todo.
Cuando
somos pequeños nos da igual caer, de hecho nos tiramos apropósito sabiendo que
nos vamos a levantar igual. En cambio, cuando crecemos nuestro cuerpo empieza a
resentirse un poco con tanta caída y ya no nos da tan igual eso de que pase lo que tenga que pasar que yo lo
hago.
A veces
pienso en cómo algunas personas son capaces de llegar tan lejos, cuando yo me
canso al primer kilómetro. Y creo que la respuesta es no tener en mente las
consecuencias, porque no sirve de nada. Eso no significa no valorar la situación o no tener en mente un
objetivo, no confundamos. Pero no hay fórmula secreta, la mayoría de la gente (por no hablar de
toda) vive improvisando, porque es lo único que funciona, porque no sabes con
qué obstáculos (o rampas) te vas a encontrar.
Así que
he decidido que si los monstruos me quieren comer que me coman, y que si me
tengo que levantar un poco dolorida pues ya se curará, pero que al final los
niños siempre son los más valientes, porque como se suele decir “valiente no es
aquél que no tiene miedos”.