martes, 31 de enero de 2017

De reconciliaciones y esas cosas

El año pasado me pasé los tres primeros meses siendo nini. No porque así lo quisiera, claro, sino porque ni habían plazas para el máster (otro) que me tengo que sacar por narices si quiero tener una mínima posibilidad de lo mío (sin garantías de nada), ni encontraba nada en el ámbito laboral, ni de lo mío ni de lo de otros.

En abril por fin me llamaron de un trabajo, un trabajo de mierda, pero un trabajo, así que algo me subió el ánimo (lo de nini no es lo mío). Luego pasaron los meses y empecé a quemarme porque seguía buscando de lo mío, y seguía sin encontrar nada, y con el trabajo de mierda sólo libraba los domingos. Al final de año las condiciones mejoraron y ya me pude turnar sábados con mi odiosa compañera.

El caso es que ayer quedé con una amiga, y estábamos hablando del comienzo de este año, de cómo valorábamos el año pasado y bueno, llegamos las dos a la misma conclusión. Quitando el tema económico/laboral, y alguna que otra cosilla suelta, el año pasado no fue tan malo. Aunque tengamos ese recuerdo de él.
Las dos estamos en crisis, porque cuando te tiras 7 años (carrera+máster) estudiando una cosa que te encanta, y luego ves como se te cierran todas las puertas, pues cuesta centrar el foco de atención en otra cosa. Pero aún no hemos tirado la toalla, seguimos intentándolo, aunque todo sea un sacadineros, aunque a veces nos dediquemos a hacer cosas por amor al arte porque nos gusta, y no hay otro modo.

Y por eso este año nos hemos propuesto valorarnos más y valorar más el resto de cosas. Seguir intentándolo, aunque cueste, y a lo mejor hasta encontramos otros caminos. Que siempre se me olvida lo de que esto es una carrera de fondo, y a veces me canso antes. El año pasado mandé todos mis objetivos a tomar viento, y me he dado cuenta de que no sé vivir así. Así que me estoy reconciliando con lo que en el 2016 mandé a pastar, y centrando mi atención en otros focos que dejé un poco descuidados. Y lo cierto es que sienta bien.


lunes, 23 de enero de 2017

(Des)Organización

Hace ya unos meses decidí organizar un poco mi vida mis cosas, empezando por el ordenador.
Me compré un disco duro externo, y me pasé todas las películas, todas las series y todas mis fotos a ese disco.

Uno de esos días decidí seguir organizando mi vida mis cosas, y continué organizando mi habitación, mientras a la vez seguía pasando cosas al disco duro. Pues en una de esas organizaciones le di un golpe al portátil, con la mala suerte de que el disco duro que estaba encima, conectado al portátil, cayó al suelo. Y desde entonces he perdido todo lo que tenía en fotos digitales (las películas y series me dan más igual).

Dos semanas me duraron las fotos en el nuevo disco duro, las cosas de mi vida, ya sabéis. Para que luego digan que tener todo en orden merece la pena.

Al principio hasta lloré. Todas las fotos que tenía guardadas, menos las que tenía en formato físico, desaparecieron. Intenté recuperar algunas, al menos las de algunos viajes, porque P tenía parte de ellas, aún así perdí muchísimas.

A mí me gusta mucho la fotografía, y tenía ahí muchísimas fotos tanto personales como cuando me da por investigar con la cámara, cosa que desde entonces he dejado bastante de lado.

No sé, siempre he considerado a las fotos como una gran memoria. Muchos recuerdos están atrapados ahí. Y para mí tenían una importancia tremenda. Ahora me he dado cuenta de que pienso más en ellos y acudo a ellas mentalmente más que cuando las tenía en el ordenador, a salvo.

Ahora, después de tanto tiempo sin poder acudir a ellas, me he dado cuenta de que tampoco las echo tanto de menos. Ahora me he dado cuenta de que sigo disfrutando haciendo fotos, interesándome por la fotografía, pero que no tenían esa importancia tan grande que yo le daba. Que ojalá poder recuperar todas esas que tenía guardadas (que no eran pocas), pero si no puede ser me conformo con lo que he podido recuperar por otras personas.

Me he dado cuenta de que he aprendido a aceptar las cosas que pasan y no tienen más remedio. En dos días cumplo años ¿será esto hacerse mayor?


martes, 17 de enero de 2017

Autoescuela (II)

Al volver del viaje intento ponerme en contacto con la autoescuela, para ver cuál es la siguiente fecha de examen a la que me puedo presentar. La autoescuela no me coge el teléfono. Le digo a P que se pase por allí porque yo no puedo, y que me apunte él. P se pasa y me dice que está cerrada. Bueno, pienso que igual han hecho puente, me parece un poco raro, pero no le doy más vueltas.

Al lunes siguiente llamo de nuevo, y nada. Me paso por allí y cerrado. Una pareja de personas mayores me dice que si estoy ahí por la autoescuela, y tras confirmarlo, me dicen que había cerrado y que la desmantelaron ayer. Así, sin avisar, sin dejar cartel, sin nada. BOOM.

Yo ante estas situaciones de mi vida ya me parto, porque de verdad, que como dicen mis amigos, lo que no me pase a mí...
Total, que por ahora mi experiencia con la autoescuela es pagar una pasta para que no me ofrezcan el servicio que pago, y encima se piren con mi dinero sin decir ni adiós. Estupendo.

Después de llamar a muchos sitios, en uno me atienden y me dicen que han cerrado todos los centros de mi autoescuela, no me entero bien ni del motivo, pero de verdad que ya lo único que quiero es tener el maldito teórico y no perder todo mi dinero en el intento. Al final consigo hacer un trato con esta autoescuela, que no me pilla al lado de casa como la otra, pero que son más majos. A cambio de hacer las prácticas con ellos me puedo presentar al teórico sin perder todo el dinero de matricula+teórico, aunque sí que me toca pagar de nuevo las tasas de examen.
Total que la gracia de la autoescuela me hace perder 95€. Pero oye, no son trescientos, veamos la parte positiva a todo esto.

Para abreviar, el día del examen (al que tuve que ir por mi cuenta) no aparecía en las listas, tras media hora buscando entre papeles y seguir sin aparecer me dejan presentarme porque llevaba el justificante de que estaba apuntada (pues chica, para eso no me hagas perder media hora esperando). Los ordenadores se reiniciaban solos, te cambiaban las preguntas, etc. Pero eso fue lo de menos, se solucionó pasándonos al bendito papel.

Supuestamente las notas salían esa tarde. Pero no salieron ni esa tarde, ni al día siguiente... la autoescuela decía que era raro, y encima como yo no aparecía en las listas, pues más sospechoso aún.
Ahí me di cuenta de que Dios intentaba decirme que no me saque el carnet, que me voy a matar. Soy lenta, me costó una estafa, no aparecer en las listas y unos cuantos problemas más, para darme cuenta, pero aún así yo sigo ignorándolo.

Al final las notas salieron 3 días después, y por fin ya tenía el teórico sacado... Ahora decidme que aún podrían haberme pasado más cosas...

Así que ahora estoy esperando a que el profesor de la autoescuela me llame para empezar las prácticas. Cosa que ya debería haber sucedido, pero aquí sigo esperando para no tener que llamar yo. Sospecho que el profesor se ha enterado de mi historia, y ha sido más rápido que yo en eso de darse cuenta de que morir en un coche conducido por mí, no es una buena opción.


domingo, 15 de enero de 2017

Autoescuela (I)

Una "tiene ya una edad", y sigue sin carnet de coche. Lo cual no creo que sea algo que deba sorprender, pero se ve que sorprende.

Yo siempre me he movido bien con el transporte público, y no tenía por ahora la necesidad de sacarme un carnet que te da más libertad pero a la vez te vacía más el bolsillo.
Pero por cosas de la vida, ahora que puedo pagarlo, he empezado a sacarme el maldito carnet de conducir. Y a qué mala hora.

Todo empezó el día en el que me apunté a la autoescuela de mi barrio. El primer día, después de pagarlo todo, le pregunto a la chica si puedo entrar en alguna clase, para ver cómo es y tal. Me dice que sí, que puedo hacer ya tests, pero que justo ese día el profesor estaba malo. Como era el primer día no me importaba, así que me puse a hacer tests para ver de qué iba aquello.
A la semana siguiente volví de nuevo, a ver si el profesor ya estaba bien. Ni rastro del profesor. Me senté a seguir haciendo tests ya que estaba allí, y sin más.

No es que considere necesario un profesor para sacarte el teórico de conducir. Básicamente es ir haciendo tests hasta que aprendes las respuestas correctas, no hay nada que sea difícil de entender, y los truquitos los vas sacando sobre la marcha. Pero estoy pagando por un servicio que no se me está ofreciendo, y me toca un poquito la moral, porque me parece un sacadineros, pero ok. Yo sigo a lo mío haciendo ya los tests desde casa.

Llega el día en el que me quiero presentar al teórico, sin haber conocido al profesor de la autoescuela, después de haber ido unas 4 veces por allí, that's suspicious... Pero yo quiero pasar ya el trámite y tener mi teórico. Me dicen la fecha en la que me puedo presentar, pago la tasa de examen y entrego el papelito del reconocimiento médico (30€ por jugar a una maquinita y poco más) -esto del carnet empieza a ser una ruina y aún no ha llegado lo caro-, y me dicen que el día de antes me llamarán para decirme la hora del examen.

El día de antes me llaman para decirme que al final me han apuntado para el examen del lunes (sin consultarme) porque para el del viernes tráfico estaba saturado. Les digo que lunes imposible porque no estoy en España (el domingo volaba rumbo a Alemania), y tras decirme que a lo mejor tenía que volver a pagar la tasa de examen y yo negarme, me sacan de la convocatoria y quedamos en que cuando vuelva concretamos nueva fecha. Y aquí empieza la serie de catastróficas desdichas que voy a dejar para la parte II porque esto si no es eterno.

viernes, 13 de enero de 2017

Libros

Desde que aprendí a leer recuerdo mi habitación siempre llena de libros. Peluches y libros era la decoración que tenía en cada estantería. Cuando nos mudamos a mis 9 años, me empeñé en sumar más libros a cada estantería, hasta temer que las que tenía encima de la cama se rompieran por el peso y me abrieran la cabeza mientras dormía. No soy nada catastrofista yo.

En casa de mis padres siempre he tenido estanterías en el comedor, en el pasillo y en cada habitación, repletas de libros. Por una parte, estaban los de mi padre, que se dividían en dos grupos: ciencia y arte. Y por otra, los de mi madre, que eran principalmente novelas.

En mi adolescencia, casi cada fin de semana me solía comprar un libro, en eso gastaba yo mis ahorros. Pero me gustaba tanto descubrir nuevas historias...
Llegó un punto en el que no me cabían más libros en las estanterías, así que empecé a usar cajas enormes para guardar los que no podía colocar. 
Mi madre siempre me ha dicho que no compre más tazas, porque no caben ya en el armario. Pero nunca me ha dicho "no compres más libros". Y eso que siempre me han enseñado el encanto de las bibliotecas.
A ella siempre la recuerdo con un libro en la mano. En el campo, en la playa, en el sofá... menos en el coche "porque te mareas" -ya, debe ser que en los autobuses eso no pasa, porque son mi segundo lugar de lectura-. Supongo que de ahí habré sacado lo de sumergirme en otros mundos tan a menudo. Es como una necesidad, aunque curiosamente mi hermano no la ha heredado.

Tuve una temporada, en la universidad, que los dejé un poco de lado. Apenas leía cosas no relacionadas con lo que estaba estudiando, y fue raro.

Este año me he propuesto el reto de 30 libros al año (y si cae alguno más mejor que mejor). Por ahora lo estoy cumpliendo a buen ritmo. Esperad que empiece con los tochos que me gusta leer a mí, y a la mierda el reto. Pero entre eso, y que me he unido a un club de lectura, veremos qué tal.

Por otra parte, ahora que estoy independizada, noto una ausencia de libros en la casa que tengo que llenar ya. Y eso que ya hice la mudanza de unos cuantos... Pero llevo casi un año en mi nuevo hogar, y aún no tengo una estantería decente para poder hacer la mudanza de mi mayor tesoro. Puede que sea el propósito del nuevo año que primero cumpla, encontrar una estantería decente. De este mes no pasa.


sábado, 7 de enero de 2017

Mi plan B(A)

Tengo un plan B de vida (B de bonito), por si todo por lo que he trabajado estos años no funciona. Mi plan B cada día va cogiendo más forma, y va acercándose más a la posición A. O más bien el plan A va perdiendo peso.

Es una vida totalmente distinta, pero tampoco me disgusta, tiene bien ganado su puesto. Es complicado a corto plazo, pero total, estoy acostumbrada a esperar. Así que aunque sigo trabajando en el plan A, cada día dedico más tiempo a soñar con el B. Me ayuda a seguir cuando todo falla, y a veces pienso que esa es su única función, ayudarme a seguir ilusionada ¿y no es bonito eso?

Ojalá algún día conseguir mi plan A, pero ojalá el plan B.